viernes, enero 26, 2007

EL MILAGRO DE LA VIDA

Y porfín puedo escribir en mi blog.

No lo he hecho por muchas causas, la mayoría seguramente son pobres excusas, pero tengo una que seguramente si es muy válida. Y es que finalmente, después de una larga espera, nació mi hijo primero: Juan Martín.

Después de 4 anios y medio de feliz matrimonio, finalmente pudimos tener la bendición de tener un hijo. Ya lo habíamos intentado antes, pero hubo problemas y perdimos al bebé, aunque aún no era más que una pequenia pelotita de células que se quedaron atrapadas en el camino al útero de su mamá.

Fue muy dificil afrontar esos momentos. Mi esposa se deprimió mucho, y obviamente yo también tuve días muy difíciles. Justo varios de mis amigos tuvieron sus propios hijos e hijas, y nosotros nos habíamos quedado sin el nuestro... sin el suenio de tenerlo y de tocarlo.

Para ese entonces yo ya era Cristiano, y seguía la instrucción que mi Pastor me daba: "Hay que dar gracias a Dios por todo lo que sucede en nuestras vidas, porque sólo Él sabe realmente todo lo que pasa y pasará en ellas".

Que dificil darle gracias a Dios porque mi pequenio bebé no había nacido.... qué duro tener que darle gracias a Dios por todos esos momentos tan difíciles que pasamos, pero acallé mi pensamiento negativo, y lo hice.

Ahora, varios anios después mi nuevo bebé ha nacido. Está perfecto, sano, hermoso. Y el embarazo y el parto de mi esposa fueron perfectos! Sin complicaciones, sin molestias, en fin.... realmente una bendición.

Y es increible como a mi hijo no le ha faltado nada!!! Tiene todo lo que un bebé puede tener: su cuna, corralito, coche, sitcar, tina, etc.etc.etc. Casi no hemos tenido que comprar nada, porque todo nos han regalado. Y lo más impotante, es ver la sonriza de mi esposa y la tranquilidad de mi hijo cuando nos mira y ve a sus papás.

Gracias Dios mío. Que fácil es ahora darte las gracias por todo esto. Qué simple que es la vida vista a través de tus ojos. Todo tiene una razón de ser. Y lo que pasó en el pasado, seguramente nunca lo entendamos, pero viendo ahora a mi hijo sano y feliz, puedo entender que Dios tenía razón con lo que hacía. Y por eso no puedo sino darle las gracias y alabar su nombre.

Bendito seas Padre del Cielo y Bendito sea tu hijo Jesucristo, nuestro Maestro amado.

Dios les bendiga a todos.